miércoles, 6 de julio de 2011

Sólo El Tiempo Dirá (Alexanna)

Sólo El Tiempo Dirá
Alexanna Drabble


Vio sus resplandecientes ojos verdes. Parecían brillar singularmente. Sonrió. Se sentía en casa. Tomó su mano y entrelazó sus dedos. Él le sonrió de vuelta. Lucía cansado, ausente. Miraba al horizonte de nuevo, con pesar. Dianna estaba desconcertada. A veces él actuaba engreído o caprichoso ante las cámaras, pero cuando estaban juntos, se entendían a la perfección… O eso creía.

Días atrás había notado como la evitaba. Alex nunca la evitaba. Era dulce y comprensivo; la hacía reír hasta más no poder, era como un complemento. Suspiró cansinamente. Sin prepararse para las siguientes palabras que él pronunciaría:

Tenemos que terminar.

La rubia le miró, aún sin comprender. ¿Qué? Movió los labios, pero la pregunta no salió, nada salió. Alex desunió sus manos y continuó observando el horizonte, justo cuando el sol se ponía. 
Los ojos castaños de ella se llenaron de lágrimas.

―Es de verdad. De verdad está pasando…

Él no dijo nada. ¿Qué podía decir? Dianna se paró frente a él, impidiéndole ver más hacia el sol. Estaba siendo testaruda, tanto como su personaje de Quinn, y ¿qué más daba? Alex le era muy especial, lo más especial que había tenido nunca. Agarró ambas manos y le obligó a verle. La mirada de él era triste, vacía.

―Tenemos más películas que filmar ―En un intento desesperado, dijo―. Aún… No podemos terminar. Alex…

―No es necesario que estemos juntos para desarrollar bien un papel ―Rebatió―. Es actuación. Tarde o temprano, teníamos que hacerlo.

Dianna no vaciló ante la bofetada que le dio en el rostro. Se lo merecía. Pettyfer parecía en shock; su amada le había golpeado, ni siquiera su madre le había puesto un dedo encima. Una tonalidad rojiza acudió a su rostro, al igual que en el de ella, sólo que la de él, era furia pura. Hizo sus manos puños, canalizando su enojo en estás. Nunca golpearía a una mujer, ni por asomo.

―Estoy siendo correcto al decirlo. Estamos terminando.

―Alexander... ―Suplicó, miserablemente.

―No, Dianna ―Negó con la cabeza―. Es… Es lo mejor.

Sollozó con fuerza. Era irreal. Sin llevar mucho tiempo juntos ya lo sentía como una parte de ella. Alex se levantó y le dio la espalda; no podía soportar ver a la mujer que amaba llorar. Antes de dar un paso más, escuchó:

― ¿Alguna vez regresaremos?

Sonrió a medias―. Sólo el tiempo lo dirá. Te quiero.

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