viernes, 15 de julio de 2011

I Will Recover -Capítulo IV

Disclaimer: Ok, los personajes no son míos, pertenecen a Meyer. Pero, la trama es completamente mía. NO PLAGIO!


I Will Recover

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Capítulo IV


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Como era conocido, el primer día de clases resultaba difícil. Familiarizarte con los maestros, además de con las exigencias de su materia, era un trabajo duro. Aunque parecía que los Cullen eran la excepción a la regla. No por ser medio ricos, si no por su conocido carisma. Alice consiguió que su profesora de artes le dejara dibujar una pera, cuando el trabajo era hacer un modelo humano. La señorita Prentiss era conocida por su perfeccionismo; eso se hacía a su manera o inmediatamente reprobabas.


Bastó que dijera: ''Lo siento, lo único que puedo hacer son frutas'' y le regalara una sonrisita de disculpa, para ablandar el corazón de la maestra. Muchos le miraron con desconcierto, y hasta enojo. ¿Quién no se sentiría así? Los Cullen habían recibido un don y cualquiera caería bajo sus encantos.


Emmett fue otro caso. Odiaba las matemáticas. Sumaba dos más dos, y restaba; multiplicaba a la perfección, al igual que con la división. Las potencias y raíces eran pan comido, pero las ecuaciones de segundo grado eran otra cosa. Frunció el ceño, mientras levantaba la mano hacia su profesor, que se encontraba explicando el problema.


― ¿Sí?


―Me perdí de nuevo.


Con cansancio, suspiró. Empezó de nuevo, era la tercera vez. Hubo una cuarta, y hasta octava vez antes de que el timbre sonara. De los cinco problemas, sólo se había resuelto uno, y a medias. Él tuvo problemas en entenderle. Ladeó la cabeza y entrecerró los ojos, como si de esa manera fuera a entenderle mejor. Nada. El maestro parecía muy enojado. Con una disculpa animada y la promesa que esa noche no dormiría hasta entenderle, arrancó una sonrisa de los labios de su mentor. Sí, los Cullen nacieron para ser líderes.


Mientras los hermanos de cabellos negros intentaban encajar con el resto, a Edward lo único que le importaba era hacerse amigo de nuevo de Bella, y de esa forma, lograr que regresara con él. Pasó una mano por su cabello y revisó el pasillo una vez más. Los alumnos iban y venían de un lado a otro, pero ninguno era su castaña preferida. Reacomodó sus libros, separándolos por horario. Comenzó a andar en el pasillo, y al dar la vuelta, se topó con ella, cara a cara. Le sonrió con timidez; ella hizo lo propio con una sonrisa apagada. Sus ojos captaron la figura de alguien más. Jacob tenía entrelazada su mano con la de ella.


―Hey, ¿qué tal tu primer día? ―Preguntó con amabilidad, Jake.


Con total diplomacia, sonrió a medias.


―Ha sido normal ―Indicó―. Como si fuera cualquier otro día. ¿Qué hay de ustedes?


Era necesario incluir a Jacob en la conversación. Se vería muy interesado en Bella y levantaría sospechas en su 'amigo'. La chica se removió incómoda, poco dispuesta a iniciar una conversación con Edward si tenía a Jacob presente. Edward estaba al tanto de la situación, y después de lo ocurrido, no confiaba en tener un ser querido junto a él. Frunció los labios.


―Bien.


Su novio la miró con sorpresa, dándose cuenta por primera vez de lo tensa que estaba.


―Quil piensa que puede salirse con la suya ―Se encogió de hombros―. Es mi amigo. Juega en el equipo de futbol. Pronto lo conocerás; todo mundo lo hace.


―Genial ―Sonrió. Dio una última mirada a la castaña, y agregó―: Tengo que irme a mi próxima clase… ¿Quedamos para el almuerzo?


Bella estaba negando con la cabeza, asustada, mientras Jacob respondía afirmativamente. El chico de ojos esmeraldas sonrió con anhelo y desapareció por el pasillo. Sólo hasta ese momento, ella dejo de estar en guardia. Observó como su novio veía donde había desaparecido el joven, puesto que Quil se acercaba a ellos a un trote veloz. Hizo una mueca, desviando su mirada al suelo. Él era otro asunto. Quil le coqueteaba cuando veía que Jacob se iba, pero cuando estaba presente, era todo un pan del señor. Eran mejores amigos desde años, y ella no sería quien rompería su amistad.


―Jakey-yey ―Alzó la mano y la chocaron―. Bella, ¿qué pasa? Parece que hubieras pisado mierda por el camino ―Bella frunció el ceño por su vocabulario. Imperceptiblemente, Quil se sonrojó―. Lo siento… Parece que hubieras pisado excremento.


Los brazos de Jake la envolvieron, y suspiró.


―No lo hice ―Intentó sonreír―. Acabamos de encontrarnos con un amigo.


'Amigo' no definía exactamente a Edward. Era más bien el amigo de su novio; su ex novio y medio conocido. Volvió a torcer la boca, en un gesto de disgusto. Pensó que tal vez, evitándolo en la escuela –siendo ésta tres veces más grande que la de Forks– nunca tendría contacto directo con él. El pequeño inconveniente era que su actual novio compartía habitación con él. Y eran comunes las visitas a su pieza y viceversa.


―Entonces, que mal ―Bromeó, Quil―. Ya, Bells, deja de fruncir el ceño. Tu precioso rostro se va a llenar de arrugas―Con su dedo índice, frotó la frente de Bella, para que dejase de fruncirlo. Ella sonrió de verdad.


―Gracias, pero a menos que Jacob me invité un helado, no estaré feliz.


Él captó la indirecta: quería una cita. Sonrió y le dio un beso fugaz en los labios. Bella suspiró. Sus besos eran gentiles. Aquellos labios carnosos y siempre cálidos se sentían como un chocolate caliente en invierno. Le eran tan gratos que podía besarlos todo el día. Era rara la ocasión que Jacob dejaba que los vieran besarse por los pasillos.


― ¡Te has puesto rojo, hombre! ―Rió, Quil.


Bella lo acompañó con su risa, y más tarde se unió Jake. Eran muy frecuentes los ratos donde las risas se escuchaban entre ellos; la risa era la cura para el dolor y la tristeza, le cayó como anillo al dedo a la castaña. Se despidieron de Quil y fueron a sus clases, donde se despidieron con un beso en la mejilla, muy comunes entre ellos. Entró a su clase toda apesadumbrada y rogando a los cielos que las horas se pasaran lentas.


Kate le sonrió consoladoramente desde su asiento. Ella hizo una mueca en respuesta y se sentó a su lado. Con amabilidad e interés, le preguntó lo que le sucedía. Pero no le tenía la suficiente confianza y ni el tiempo para contar toda la historia. Se limitó a encogerse de hombros y refunfuñar algo parecido a un 'nada'. La rubia la examinó discretamente. Sonrió a medias y volteó su rostro, concentrándose en la clase.


Apenas tomó apuntes, su cabeza solo pensaba en Edward; ella estaba realmente, preocupada. La forma en que su corazón se desbocaba cuando estaba cerca, o cuando él e miraba tan fijamente, viendo a través de ella. Suspiró muchas veces. El resto se imaginaría que por su novio… No por su ex. Una y otra vez se movía inquieta, viendo como el reloj avanzaba rápidamente y con ansias de querer detenerlo.


La hora del almuerzo llegó. Guardó sus cosas lentamente al igual que Kate, que siempre esperaba un poco para que el salón se vaciase. Observó ansiosa a su compañera, esperando a que la mirara. Ésta lo hizo luego de unos minutos, con una sonrisa de oreja a oreja, ya característica de ella.


― ¿Se te ofrece algo, Bella?


Cabeceó y le sonrió sin ganas.


―Me preguntaba si querías acompañarme en el almuerzo.


El rostro se le iluminó ante la idea y asintió frenéticamente. Bella pensó que le recordaba a Alice. Suspiró.


―Pero ―Añadió, dudando―. No seré un mal tercio, ¿verdad?


― ¡Para nada! ―Intervino, asustada de que ella no fuera―. Un, uh, amigo nos acompañará.


Eso hizo sonreír más a Kate. Casi no tenía amigos en el campus; más bien, no tenía. No sabía si podía contar a Bella como una amiga, puesto que casi no hablaban, eran raras las ocasiones que lo hacían. Además de ser la primera vez que almorzarían juntas. Así, salieron del salón y con una plática muy amena se dirigieron al área de comida. Rió de una de las ocurrencias de la rubia.


―Tus ojos son muy bonitos ―Alagó, Kate.


La castaña se sonrojó.


―No, no ―Rebatió―. Los tuyos son los bonitos.


Y era cierto: ojos verdes azulados y tan claros como fuera posible. Se sonrieron, iban a ser más amigas de lo que ya eran. Bella visualizó a su novio junto a Edward; evito torcer la boca. Caminó más lento, pero llegó en menos de dos minutos junto a ellos. Saludó a Jacob con un pico en los labios, mientras que a el chico de ojos verdes con un seco 'hola'. Las mesas eran redondas y de cinco sillas, Jake y Edward estaban sentados juntos; Bella se sentó a un lado de su novio, y Kate a lado de ella, dejando así, una silla entre Kate y Edward.


―Ella es Kate ―Presentó, señalando a la susodicha―. Es mi compañera de habitación.


Jacob estrechó sus manos, en un gesto amigable; Edward sólo asintió en su dirección.


―Nunca la habías presentado ―Observó, Jacob.


―No se había presentado la oportunidad ―Respondió, apresuradamente.


Edward se dio cuenta de sus nervios, pero lo dejó pasar. Resultaba frustrante que ella le siguiera viendo como el asesino de Tanya y no como el que estaba locamente enamorado de ella. Era su mundo, y eso no lo veía. Suspiró. Se había tomado la molestia de comprarle su refresco favorito. Sin ser consciente de que la rubia iba a venir. Pasó una mano por su cabello y se introdujo a la conversación.


Sonrió cuando atrapó a Bella mirándole de reojo. Era tan tierno que creyera que él no se daría cuenta. Y era una señal de que ella seguía queriéndole, aunque estuviera con Jacob. Negó con la cabeza y continuó comiendo, como si no hubiera visto nada. No fue la primera ni la última vez que la sorprendió observándole. Claro, que al parecer, la chica de ojos cafés no fue la única en verle.


―Y dime, Edward ―Dijo con acento marcado―. ¿Qué estudias?


Carraspeó―. Aún no lo he decidido.


La rubia le sonrió. Edward estaba irritado de que ella le hiciera más caso que la misma Bella. Sonrió en un gesto de disculpa. Cuando estaba por irse, apareció frente a ellos Quil, con una bolsa llena de comida chatarra. Jacob le invitó a sentarle, y les presentó a la amiga de su novia, y al nuevo chico. El muchacho en sí era todo sonrisas y con un humor contagioso. A Edward le pudo caer mejor. Se pudo convertir en un amigo que le animaría en los malos momentos. Pero…


―Tienes un poco de mayonesa en tu mejilla ―Quil le quitó con delicadeza, e incluso, dejo su dedo un poco más de lo necesario.


A él le gustaba Bella.


―Gracias ―Farfulló, sin estar realmente agradecida.


Era un poco incómodo que él hiciera eso. Y frente a Edward. Le importaba poco que Jacob le viera, pues ya era costumbre de que hiciera algo así frente a él. Pero Edward podría malinterpretar lo que pasaba entre ellos.


Después de esa hora, Quil tenía práctica, por consiguiente, Jacob también. Kate tenía una clase extra y Bella se quedaría sola en su habitación haciendo los deberes. Frunció el ceño.


―Me marcho ―Se levantó de la mesa, seguida de Jacob―. Nos vemos ―Le dio un beso fugaz en los labios y corrió hacia la salida.


Ya sabía lo que vendría a continuación, por más que lo quiso evitar, ahí estaba.


― ¡Espera! Voy contigo.

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