lunes, 23 de mayo de 2011

DanceSong-Fic-Contest: Morena Mía

Este fic está escrito con la idea de participar en el Dance-Song Fic Contest

Título: MORENA MÍA

Autor: BELLA-BERE

Summary: Muchos dicen que la mejor parte de la peleas son las reconciliaciones, Bella y Edward probaran qué tanta razón hay en ese dicho. One shot inspirado en la canción de Miguel Bosé con Julieta Venegas "Morena Mía".

Rating: M

Pareja: BELLA&EDWARD

Numero de palabras: 3,685

Canción(es): MORENA MÍA-MIGUEL BOSE/JULIETA VENEGAS

Los personajes pertenecen a la fabulosa Stephanie Meyer, solo la historia pertenece a mi loca cabeza.

*MORENA MÍA*

BELLA POV

— ¿¡Por qué le dijiste eso Edward! —estaba segura que tenía mi cara roja por los gritos que le estaba propinando al idiota de mi marido

— Bella pero no entiendo cuál es tu enojo; yo solo le dije a tu madre lo que tú me has dicho —me contestó relajadamente mientras se ponía sus zapatos

— ¿¡Y cómo quieres que no me enoje! —le dije en otro grito, me exasperaba que no comprendiera que lo que le había dicho a mi madre era para estar furiosa—. Si tú y mi madre andan conspirando en contra mía

— ¿De qué hablas, cariño? —su vista se levanto rápidamente hacia mí.

— ¡No me digas cariño! —le grité—. Tú le dijiste a mi madre que no me quiero embarazar… ¡A mi madre, Edward!

—Pero es que eso fue lo que tú me dijiste —me dijo, y en su voz pude notar que se estaba molestando, yo era quien debía estar molesta, ¡no él!

—No —contradije—. Yo te dije que aun no me sentía lista para eso.

—Pues eso es lo que le dije —su ceño se arrugó, y eso me enojó más; ¡que no me entendiera!

—No… Tú le dijiste que no me quiero embarazar, no que no me sienta preparada para eso.

— ¿No es lo mismo? —comenzó a esbozar una sonrisa burlona.

— ¡No! Por supuesto que no lo es —cuando vi que sonrío abiertamente, le aventé mi zapatilla de punta, pero tengo muy mala puntería y él, muy buenos reflejos así que logro esquivarla.

— ¿Me quieres matar acaso mujer? —me dijo, aparentemente enojado—. Ya tómate tu medicamento —dijo en un susurro caminando hacia el servicio, pero lo escuche y de ser otra la ocasión estoy segura que me hubiera reído, pero éste era el peor momento para decirme bromas.

— ¿Qué dijiste? —mi voz salió en un siseo— ¡Di las cosas como hombre! —él detuvo su andar.

— ¡Bella, basta! —su voz se escuchaba tensa—. No le veo el problema a lo que le dije a tu madre, la verdad no sé por qué es esta discusión.

—La discusión es… esposo mío… ¡Que mi madre acaba de llamar para reclamarme que no voy a tener hijos! —le dije mientras me acercaba a él con una furia—. ¡Y es por tu culpa!

—Pues entonces si ese es el problema —me dijo enojado—. La solución esta querida mía… ¡Ya no me lleves a tu casa! ¡Y así ya no digo nada más!

— ¡Lo sabía! —dije picando su pecho con mi dedo—. ¡No te gusta ir a mi casa!

—Tu padre me habla de futbol cada vez que vamos, y tu madre me pregunta todo el día sobre si vamos a tener hijos; sabes bien que odio el futbol y que no puedo contestarle a tu madre algo que ni yo mismo sé… Entonces discúlpame si no me gusta ir a visitar a tus papás.

— ¡Pues simplemente no vayas! —no podía creer las cosas que me decía—. Yo no te obligo a nada.

— ¡Lo hago porque te quiero, Bella! — me sacudió suavemente—. ¿Qué no lo entiendes?

— ¡No, Edward, no lo entiendo! —lo mire entrecerrando los ojos—. Y si cada vez que vayamos les vas a decir esas cosas a mis padres, prefiero que ya no me acompañes.

— ¿Qué? —la mirada de Edward cambio de una de total enojo a una de tristeza y yo me arrepentí al instante de decir eso, el cambio su mirada a una de póquer total—. Asunto resuelto, no volveré a ir contigo.

—Edward, no… —comencé a decirle, pero él me soltó y se dirigió hacia la cama por su saco; lo tomo rápidamente mientras se dirigía a la puerta.

—Lo que quieras decir, Bella —se detuvo un momento de espaldas a mí—. Ya no lo digas.

Cuando oí como cerró la puerta tras de él, sentí como las lagrimas corrían libres por mis mejillas, odiaba llorar y no sabía porque lloraba, si por el enojo de Edward hacia mí o por el enojo que todavía sentía contra él.

Cinco minutos antes de comenzar la discusión con Edward había recibido una llamada de mi madre, cuando él estaba en la regadera; ella estaba en su papel de mártir diciéndome que no había podido pegar un ojo en toda la noche a causa mía, tan solo porque yo, su única hija no quería darle un nieto.

Claro que quería darle nietos, y este tema con Edward ya lo habíamos platicado en más de una ocasión pero así como le dije a Edward yo aun no me sentía preparada para dar tal salto, quería estar mejor establecida en mi trabajo y con un poco mas de ahorros en el banco, los hijos costaban dinero y no quería que nuestro futuro hijo tuviera alguna carencia. Pensé que Edward ya había entendido mi punto; entonces no comprendía porque le había dicho a mi madre que yo no quería hijos y que él sí, dejándome a mí como la villana del cuento.

Me di cuenta que faltaba media hora para que entrara a mi trabajo, si no me apuraba llegaría tarde, comencé a buscar la zapatilla que le lance a Edward; aunque estaba enojada con él, me entristeció mucho ver su cara cuando le dije que ya no me acompañara a casa de mis padres, no debí de decirle eso; pero el también tenía parte de culpa por decir eso de mis padres, yo nunca le había reclamado algo sobre ir a su casa; bueno aunque ir a su casa a mi me encantaba, pero aun así, el no debió decir eso.

Llegue justo a tiempo a mi trabajo, y que bueno porque estaba segura que de haber llegado un minuto tarde Jessica iría corriendo a decirle al señor Vulturi, además en estos momentos lo último que quería era andar peleándome con mi propia secretaria.

—Buenos días, señorita Isabella —me dijo Jessica levantando sus lentes.

—Señora, Jessica —corregí, mirándola—. No olvides que me casé con Edward.

—Lo siento, señora —dijo entre dientes, el que me haya quedado con su ilusión de secundaria no me ayudaba mucho a que le cayera bien, y ni falta que hacia—. No se me ha olvidado.

—Qué bueno —le sonreí—. Ahora comunícame a la oficina del señor Aro.

—Enseguida señora —entre a la oficina sin ver atrás.

Estuve parte de la mañana hablando con Aro sobre la nueva campaña y cuando por fin colgué, lo primero que hice fue comenzar a llamar a la oficina de Edward, pero no me contestaba. Intenté después marcarle a su celular sucediendo lo mismo, no me contestaba. Una de dos, o estaba muy ocupado o estaba realmente molesto. Quería solucionar las cosas de una vez, aunque tal parecía que tendría que esperar hasta la tarde cuando llegara a casa porque su oficina estaba al otro extremo de la ciudad y tratar de ir a verlo a la hora pico del tráfico seria más tardado que esperar hasta que acabe mi horario de trabajo.

Mi madre me estuvo llamando otro tanto de veces pero no le quise contestar, el enojo que tenia contra Edward ya se estaba calmando y sabía que de volver hablar con ella ese enojo volvería; así que lo mejor sería hablar y aclarar todo con Edward, para así saberle que contestar a Reneé.

A la mitad de una reunión, el celular que traía en mi bolsa comenzó a vibrar, supuse que sería mi madre intentado hablar conmigo así que solo lo ignoré; sólo que, cuando salí de la reunión, me di cuenta que las llamadas perdidas eran de Edward. Traté de marcarle pero sonaba ocupado, imaginé que tal vez me estaría llamando al teléfono de mi oficina así que apresure mi paso hacia allí, cuando iba llegando Jessica me informo que Edward trato de llamarme un par de veces y que ella le informo que yo estaba en una reunión así que el único recado que había dejado Edward era que nos veíamos mas tarde.

Me molesté nuevamente con Jessica por no haberme avisado de las llamadas de mi esposo, y el hecho que Edward ya no estaría tan enojado me tranquilizó, si ya me había llamado a la oficina era una buena señal.

Apenas estaban dando las tres en punto de la tarde, yo ya estaba cerrando mi oficina y despidiéndome de Jessica; Edward salía a las 4 de la tarde y quería prepararle algo rico de comer a modo de disculpa cuando llegara a la casa.

Me apure a llegar a casa después de haber pasado al supermercado, aún no salía Edward y con el tiempo que se hacía a casa me quedaba el tiempo justo para prepararle unos ricos ravioles. Estaba muy ansiosa, definitivamente esto de pelear con él no era lo mío, y quería poder arreglar las cosas lo antes posible. En cuanto llegué a la cocina mi ánimo bajo considerablemente al ver la pila de trastes sucios que había en el fregadero, ¡joder! Ayer me había tocado lavarlos a mí, pero como fuimos a mi casa ya no me dio tiempo así que por consejo de Edward los había dejado ahí.

—Muy bien – hable conmigo misma—. Mientras cocinas, los lavas y asunto arreglado.

Así que aventé mis zapatillas por la sala, me quité mi saco, desabotoné unos botones de mi blusa y arremangue las mangas; listísima para hacer una comida y lavar trastes en tiempo record. Encendí el reproductor de música para relajarme y comencé hacer mi trabajo. Había puesto la comida en el horno y estaba acabando de lavar los trastes, no me había tardado casi nada así que parecía que me daría tiempo de arreglarme antes de que llegara Edward.

Estaba lavando los últimos trastes cuando en el reproductor comenzó a sonar la canción de "Morena mía" de Miguel Bosé que canta junto a Julieta Venegas, hacía mucho tiempo que no la había escuchado; rápidamente el ritmo de la canción comenzó a llegarme y relajarme al mismo tiempo, era una canción muy sensual y cuando me di cuenta ya estaba moviendo mis caderas suavemente al ritmo de la melodía.

Morena mía voy a contarte hasta diez,
uno el sol que te alumbra,
dos tus piernas que mandan,
somos tres en tu cama... tres.
Morena mía el cuarto viene después,
cinco tus continentes,
seis las medias faenas,
de mis medios calientes.
Sigo contando ahorita.
Bien, bien, bien, bien, bien, bien.

Prontamente el relajamiento de la canción comenzó a pasar, para dar lugar a una excitación que iba creciendo cada vez más, así que hice lo que debía y me deje llevar; cerré mis ojos y comencé a moverme como la música me lo iba dictando.

Morena mía
siete son los pecados cometidos.
Suman ocho conmigo,
nueve los que te cobro,
más de diez he sentido.
Y por mi parte
sobra el arte, lo que me das.
Dámelo, dámelo bien
un poco aquí y un poco ¿a quién?

La canción paro y yo aun seguía con mis ojos cerrados y respiraba rápidamente, esa canción realmente me había excitado y estaba considerando seriamente entre irme a parar yo misma éste cosquilleo entre mis piernas o hablarle a Edward para que se apurara a llegar a casa. Abrí mis ojos cuando la melodía se empezó a escuchar nuevamente, fue cuando sentí unas manos en mis caderas y un bulto en mi trasero, volví a cerrar mis ojos.

EDWARD POV

Había pensado que conocía cada aspecto de Bella, cada forma en que podía expresar su sensualidad, cada movimiento sexi que podía hacer al bailar, pero realmente me había equivocado; pues verla bailando así creyéndose sola, era la cosa más excitante que había visto en mi vida.

Qué suerte había tenido el haber salido antes del trabajo; le había intentado llamar a su trabajo para avisarle e invitarla a una cena de reconciliación después de nuestra discusión en la mañana, pero no había podido hablarle y lamentablemente cuando ella me había tratado de marcar estaba en una reunión. No me gustaba discutir con Bella, en la mañana los dos habíamos dicho cosas de las que estaba seguro ambos nos arrepentíamos y quería poder solucionarlo cuanto antes.

Aunque definitivamente esa plática podría esperar unos minutos más, pues yo no me sentía capaz de despegar mis ojos del vaivén de sus caderas; ¡Dios! ¡No podía creer que esa mujer fuera mía!, era tan sensual verla bailando.

Me estaba excitando tan rápido que ya podía sentir la incomodidad de tener a mi miembro encerrado bajo mis pantalones. Y al parecer no era el único pues podía darme cuenta de cómo la respiración de Bella iba cambiando a una más agitada; estar de pie desde de la puerta de la cocina me daba una vista maravillosa de su trasero, de cómo la falda que llevaba puesta poco a poco se iba alzando dejando a la vista esa suaves piernas; mis dedos comenzaron a picarme ansiando sentir la calidez de su piel, pero quería seguirla observando.

Morena mía si esto no es felicidad
que baje Dios y lo vea
y aunque no se lo crea
esto es gloria.

Mi respiración se detuvo cuando ella lentamente comenzó a deslizar una de sus manos por su costado desde sus pechos, pasando por su trasero hasta llegar a sus piernas, ahí se entretuvo acariciando la parte interna de sus muslos. Su cabeza se mecía en sincronía con sus caderas y en el coro de la canción balanceo sus hombros mientras agitaba su cabello suelto; ahí pude darme cuenta de sus ojos cerrados y me pareció la imagen más erótica, ella sin duda estaba excitada y yo estaba igual.

La melodía poco a poco empezó a bajar de volumen anunciando su final, Bella se quedo de pie tratando de controlar la respiración; pero yo no podía, necesitaba volverla a ver hacer eso, deslizar mis manos por donde ella había deslizado las suyas.

Me dirigí al reproductor de música para escuchar nuevamente la canción, le puse "play" y me dirigí hacia Bella; vi su sobresalto cuando empezó a escuchar la canción pero antes de que volteara, la tomé de las caderas apretándola hacia mí para hacerle notar a quien había despertado.

— ¿Quieres bailar conmigo? —susurré en su oído, y tuve el placer de escucharla gemir suavemente, asintiendo.

Ella comenzó nuevamente a moverse como lo había estado haciendo antes, incitando también a mis caderas a moverse, empecé también hacerlo pero sin mover mis manos de sus caderas, ella tenía recargadas sus dos manos en el fregadero y su cabeza sobre mi hombro, sus ojos estaban cerrados y movía su cabeza de un lado a otro mientras yo succionaba suavemente el lóbulo de su oreja.

Y por mi parte pongo el arte
lo que me das.
Ven dámelo y dalo bien,
un poco así y un poco ¿a quién?

Su mano comenzó a pasarse hacia mi nuca atrayendo aun mas mi cabeza hacia su cuello, mientras que mi mano derecha comenzó a deslizarse hacia abajo para sentir sus piernas, no pude evitar gemir cuando sentí a Bella estremecerse ante el roce de mis dedos, mi mano poco a poco se fue abriendo paso por debajo de su falda, acaricie un poco la parte interna de sus muslos para después comenzar a subir cada vez más arriba hasta llegar a sentir la humedad que estaba desprendiendo y que podía sentirse a pesar de la ropa intima que llevaba.

—Edward… ¡Ah!… —Bella comenzó a gemir cuando mis dedos empezaron a frotar por sobre la ropa.

— ¿Te gusta cariño? —inquirí antes de morder ligeramente su lóbulo haciendo que ella soltara un pequeño gritito.

Comencé a subir la mano que estaba en sus caderas hacia su pecho, le acaricie sobre la ropa un seno pero prontamente eso me fue insuficiente y tuve que comenzar a desabrocharle los botones de su blusa, metí mi mano adentro de su sostén para comenzar acariciar la punta de su seno que estaba duro y rígido como mi miembro, mientras mi otra mano estaba acariciando su centro ya sin tela de por medio.

Mis labios estaban chupando su delicioso cuello, ella gemía y se retorcía; hasta que lentamente comenzó a darse la vuelta quedando frente a mí, así que baje mis labios hacia su pecho libre mientras le liberaba el otro y con mi otra mano la penetraba con dos dedos.

Ella comenzó a gemir cada vez más fuerte y yo comencé a mover mi boca y mis dedos más rápidamente. No me había dado cuenta en qué momento el reproductor había parado, solo escuchaba a Bella.

—Edward… Edward… Ed… —gemía sin control—. ¡Hazlo ya, por favor!

De un movimiento le levanté la falda totalmente, la tome de los glúteos y después de apretárselos la alcé para dejarla sobre el fregadero, mientras ella con desesperación desabrochaba mi pantalón y deslizaba mis pantalones junto con mi bóxer hacia abajo liberando a mi miembro; paré un segundo para poder sentir la caricia que le hacía a mi miembro desde la base hasta la punta.

—Mmmh, Bella… —alcancé a decir antes de quitarle la mano y penetrarla de una estocada.

— ¡Ahh!— gritó Bella, parte excitación, parte alivio.

Me detuve un momento para sentir la calidez y estrechez de su interior que siempre me recibía de la mejor manera; después comencé a moverme, saliendo despacio y entrando de un movimiento rápido hasta el fondo, mientras alargaba mi cabeza hacia su pecho para introducirlo a mi boca.

—Deja de jugar por favor —suplicó—. Necesit-to, llegar… ¡Ya, Edward!

—Tranquila amor —murmuré, introduciendo una mano entre nosotros para acariciar su máximo punto de placer.

Bella se encorvó hacia mí cuando mis dedos masajearon en forma circular y suave ese lugar, gimiendo de placer a la vez que pedía que no me detuviera.

— ¿Quieres más? —le pregunte, con una caricia lenta a su botón.

— ¡Sí! ¡Edward por favor no pares! ¡Dame más! —chilaba, Bella.

No podía parar aunque cayera en este preciso momento un meteorito, comencé a moverme con mayor velocidad dentro del cuerpo de Bella; poco a poco comencé a sentir como su interior comenzaba a contraerse, y como mi pene se engrosaba un poco señal de que yo también estaba a punto de llegar.

Bella comenzó a convulsionarse de placer mientras sentía como su interior apretaba deliciosamente mi miembro, enviándome tal cantidad de placer que sin querer mordí un poco la piel de su cuello que estaba besando mientras sentía como eyaculaba en su interior; no sé si la mordida que le había dado le provoco mas placer pues ella soltó un grito mientras su interior se volvía a contraer aunque un poco menos que segundos antes, haciendo que soltara otro poco más de semen.

Pero cuando tu boca
me toca me pone y me provoca
me muerde y me destroza
toda siempre es poca.
Y muévete bien
que nadie como tú me sabe hacer café.

Nos quedamos un rato en esa posición mientras que nuestras respiraciones volvían a la normalidad, ella recargo su cabeza sobre mi hombro derecho y yo bese el tope de su cabeza.

—Eres una increíble bailarina —alabé con la respiración entrecortada.

— ¿Me viste? —alzó su cabeza rápidamente, claramente abochornada—. No puedo creerlo.

—La verdad no tienes de que avergonzarte, no había visto tan increíble espectáculo nunca.

—Eres un pervertido, Edward Cullen.

—Disculpa —dije riendo—. Yo no soy el que está sobre el fregadero.

—Gracias —agradeció en un susurro y beso mis labios dulcemente, se separó tan solo para decir—. Lamento lo de esta mañana.

—Yo también, cariño —respondí después de besarla—. No es cierto eso de que no me gusta ir a tu casa, lo disfruto aunque tu papá aún me ponga nervioso.

—Enserio lamento lo que te dije —sus manos tomaron ambos lados de mi cabeza, mirándome fijamente—. Te amo, Edward, y si quieres tener un bebé ahora, yo también.

—No, amor —negué con mi cabeza y le di un beso rápido—. Todavía no, estaba algo intimado con tu madre cuando me pregunto eso, que no me fije bien que dije; yo también quiero estar más preparado para cuando llegue mi niña.

—Amor —susurró Bella con ternura y comenzó a darme besos por todo mi rostro—. Debí de haberte preguntado antes de acusarte, pero es que mi madre a veces me saca de mis casillas, lo siento.

—Olvidemos esa pelea, amor, y concentrémonos en la reconciliación —le alce las cejas sugestivamente.

—Creo que eso es lo que acabamos de hacer —comentó, riendo—. Te quería preparar la cena para contentarte.

—Y yo quería invitarte a cenar para lo mismo —admití—. ¿Qué quieres que hagamos?

—Uhm —Bella se llevó su dedo a sus labios mientras aparentaba pensarlo—. Creo que quiero que nos sigamos reconciliando.

—Eso tenlo por seguro —sonreí, mientras me salía de su interior para poder cargarla hacia la sala—. Tenemos toda la tarde.

—Edward, mi comida —dijo entre risas—. Se va a quemar…

—Pues no importa, iremos a cenar o pediremos comida —la puse con cuidado sobre el sofá y me coloque sobre ella—. Pero ahora el que va a tener una combustión espontanea seré yo, si no vuelvo hacerte mía.

— ¿Edward? —miré a mi esposa, que me veía seriamente.

— ¿Qué pasa, amor?

— ¿Podemos volver a poner la canción? —preguntó mientras sonreía y se mordía su labio inferior.

Reí y bese sus labios. Después me levanté y fui hacia el reproductor; el sonido volvió a inundar la casa, de ahora en adelante cada vez que escuchara la canción me recordaría la forma en que hice mía a Bella en la cocina… Debía de admitir que eso no me molestaba para nada. De mi interior salió un gemido cuando vi a mi mujer recostada sobre el sofá totalmente desnuda y comenzando a mover sus caderas al ritmo de la melodía, sonreí, muy bien esa canción no solo me recordaría al sexo en la cocina si no en toda la casa.

Morena gata ¡ay me mata!
me mata y me remata
vamos pa'l infierno
aunque no sea eterno.
Suave bién, bien
que nadie como tú me sabe hacer café.

**************FIN**************

1 comentario:

  1. OMG fascinante te quedo genial.Me encantoooooooooo .Sigue asi...Besos...

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