viernes, 26 de noviembre de 2010

Lágrimas De Ángel: El Día a Día

LAGRIMAS DE ANGEL

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SUMMARY: Y mi última esperanza había muerto. Ser aceptado era un sueño, un sueño muy lejano para mí. La realidad era que me discriminaban por mi dinero... AH ExB EPOV
DISCLAIMER: Personajes obra de Stephenie Meyer, la trama es propiedad de
AnNeLiCe' y Gely. Prohibido el plagio; evítate problemas.

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EL DÍA A DÍA

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Toqué mi ojo derecho que estaba moreteado. Gemí por el dolor que provocó mi tacto.


Decidí dejar de recordar por unos minutos en lo sucedido desde que llegué a Forks, y darme unos minutos para relajarme con la regadera.


Esos minutos me la pasé divagando, imaginando un mundo de fantasías, casi como los cuentos de hadas. Claro que no existen, pero no se puede evitar soñar con algo así.


Esos pequeños sueños que estaba teniendo despierto, se terminaron en cuanto bajé a desayunar…


Suspiré. Mi madre estaba haciendo un desayuno muy elaborado como para acabármelo en quince minutos. Le dio una mirada de obviedad, pero ella me ignoró. Sirvió un par de panqueques con chispas de chocolate, junto con un vaso de leche tibia, huevos estrellados y tocino. ¿Esperaba que me acabara todo eso antes de quince minutos? Por su mirada deducía que sí.


Mordisqueé una orilla del panqueque. Estaba bueno, como todo lo que mi mamá cocinaba. No es por ser hijo de mami; todos opinaban lo mismo, hasta mi padre.


Bebí de mi leche hasta terminármela toda. Observé el reloj de la pared, habían pasado cinco minutos. Tenía menos de diez minutos para terminarme todo y llegar a la escuela a tiempo.


Di una gran mordida a mi segundo panqueque hasta terminarlo. Me terminé rápido el huevo estrellado y los tocinos.


Abrí la puerta del baño y me cepillé los dientes, esperando que no quedaran restos de comida ni mal aliento; no quería otra razón para que se burlaran.


Regresé a la cocina y me despedí con un beso en la mejilla de mi mamá. Salí al garaje, para irme en mi Volvo. Me lo acaban de regresar el día anterior. Lo había llevado a un mecánico que me había cobrado demasiado y todo porque mi auto le destruyeron la cajuela y le cofre.


Maldito Demetri y sus ovejas…


Bufé.


Ese día no llevaba ropa llamativa de niño rico, nunca lo hacía. No les presumía de mi dinero. Ni siquiera llevaba un Porsche o un auto de lujo. Tenía un sencillo Volvo plateado, que amaba como a un hijo.


Encendí la calefacción y la radio. Solté un gemido. Lo menos que deseaba era conducir hasta la escuela. Deseaba perderme en mi prado, el único lugar donde no me podían molestar, mi santuario. Pero, desafortunadamente, había faltado ya mucho a la escuela, y pensarían que era un cobarde, y aunque lo era no quería que se enterasen.


Es malo que los abusivos sepan que les temes…


Conduje con cuidado hasta que por fin pude llegar al Instituto; cuando baje del Volvo me di cuenta que el estacionamiento estaba lleno, así que de seguro, Demetri y sus borregos ya habrían llegado. Suspiré profundamente y me coloqué el gorro de la chamarra antes de salir del auto.


Dejé la alarma del auto que habían instalado esa última vez; no quería que volvieran a dañar a mi auto… me había costado mucho tenerlo.


Me fui alejando del auto, alejándome del refugio que podía ofrecerme mi auto; comenzaron a lanzarme piedrecillas a la espalda en cuanto estuve cerca de la entrada del Instituto, pero solo los ignoré, impotente de no poder decirles nada.


―Maricón ―Masculló Demetri, seguido de un escupitajo en mi dirección.


Reprimí el gruñido y caminé más deprisa. El timbre sonó. Me tocaba Historia, con el profesor Jacob Black. No era el peor maestro que tenía, ni nada parecido, pero… había algo en él que no me gustaba; lo había pillado observando las piernas de las chicas y también sus senos. Con esa mirada lujuriosa. Nunca le había dicho nada de eso a nadie, ni a mis padres, pero estaba seguro que muchas chicas se habrían dado cuenta ya.


A muchas chicas huecas las había pasado con ochos y nueves, tal vez hasta dieces, cuando lo único que hacían era llegar y hablar sobre ropa. Algo sumamente injusto.


Por la puerta entró el profesor y pidió orden. Todos se callaron de inmediato. Podía ser un profesor buena onda ―no pasaba de los treinta años―, pero cuando se molestaba, llegaba a ser tu peor infierno.


―Saquen su tarea y déjenla sobre el escritorio ―ordenó, cruzándose de brazos y apoyándose contra el pizarrón.


Abrí mi mochila y… No traía el cuaderno. Levanté la mano. El profesor me miró levantando la ceja.


―Se me ha olvidado el cuaderno ―dije, pero me di cuenta que varios de la clase comenzaron a cuchichear un: "es un nerdo". Intenté ignorarlas y proseguí: ―. ¿Puedo traerlo el día de mañana?


Sonrió mostrando todos sus dientes. Su sonrisa parece la de un perro, pensé.


―No —respondió —. Te quedaras al final de la clase a hacer planas y harás ese trabajo en el descanso, ¿entendiste, Masen? —básicamente me ladró. Todos los de la clase asintieron de forma afirmativa, como si fuera lo mejor que pudiera ocurrir; solo una chica no lo hizo. Quise decirlo algo a aquella chica, pero era demasiado cobarde en estos días. Me enfadaba conmigo mismo.


Asentí. Agaché mi cabeza para ver el libro de texto. ¡Era una injusticia! Lauren y Tanya de vez en cuando no traían sus cuadernos, y ellas no se quedaban al final de la hora para hacer planas. Fulminé con la mirada el libro.


Busqué le capítulo en el que íbamos y lo leí. Hablaba casi sobre el tema anterior "El Universo según Nicolás Copérnico" y "El Universo según Galileo Galilei", solo que cambiaban en lo que era el centro del universo; la Tierra o el Sol. Suspiré, ¿para qué me serviría eso?, tal vez solo era por cultura general, pero era demasiado aburrido.


Deseaba que la hora se pasara rápido. Aunque, lo único que me gustaba de esta clase, es que no la compartía con ninguno de mis abusivos personales. Estaba solo con las zorras de la escuela, mejor conocidas como animadoras. Ellas, a comparación de ellos, eran inofensivas; sólo se dedicaban a criticar mi ropa, aunque sabían que vestía bien.


El resto de la clase me la pasé fingiendo que leía el libro y subrayaba partes importantes. No contesté el cuestionario que se suponía debía hacer, pero lo dejé para después; lo haría en casa.


El timbre me alertó que la hora al fin había terminado.


Me paré cauteloso, intentando mostrar desinterés en lo que las chicas decían de mí y me dirigí hacía la puerta dispuesto a salir pero recordé que debía quedarme para hacer una ridículas planas, ¿Qué se creía? ¿Qué estaba en preescolar?


El profesor Black me miró, le regresé la mirada sin mostrar miedo. Asintió y me dejó ir. Suspiré, me había salvado de una estúpida tarea. Sonreí y corrí a mi siguiente clase.


Pero ahí estaban: Demetri, Alec y Félix; la hermana de Alec, Jane, estaba junto a ellos, pero parecía más concentrada en el libro que tenía entre sus manos que en lo que sucedía a su alrededor. Tragué saliva.


Hicieron un círculo alrededor, impidiéndome el paso.


—Apártense del camino —Pedí, con la voz grave.


Ellos rieron y chocaron puños. Hice una mueca y bufé. Llegaría de nuevo tarde a clase; eso ya se les estaba haciendo una costumbre. Siempre a la segunda hora, me esperaban para ir a mi próxima clase. Estaba considerando seriamente cambiar de ruta, pero lo había olvidado como de costumbre.


Apártense del camino —imitó, Alec con voz chillona —. ¿No podrías ser más patético? —su sarcasmo era demasiado acido.


Ahí los únicos patéticos eran ellos. ¿Por qué no molestaban a alguien que supiera defenderse? Porque sabían que no tenían posibilidad de ganar, y a ellos les gustaba tener el control de la situación. Gemí en señal de frustración.


—Se nos hace tarde a todos —Intenté de nuevo. Ellos negaron con la cabeza y rodaron los ojos.


— ¿Acaso crees que nos interese llegar a tiempo? —preguntó Félix, sarcástico y frunciéndome el ceño. Al parecer, otra vez me ocurriría algo malo por aquí...


Cerré mis ojos fuertemente, esperando el primer golpe; sentí como el puño de alguien golpeaba mi estómago, haciendo que cayera sobre mis rodillas y tosiera un poco. Comenzaron a patearme en las piernas, esperando a que me tirara al suelo, hasta que lo consiguieron. Me coloqué en posición fetal. Sus pies pateaban todo mi ser, incluso en la cara. Me dolía todo.


Gemía de dolor y hasta creo que llegué a pedir clemencia, pero no hacían caso.


No sabía cuánto tiempo había estado recibiendo golpes e insultos de su parte. Sólo fui consciente cuando Jane le dijo a su hermano que se detuviera, que se le hacía tarde para su clase. No sentía ninguna parte de mi cuerpo…


No sentía nada.


Desperté en la enfermería. La señorita Cope me miró con lástima. Me incorporé en la camilla.


― ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ―Pregunté, seguido de una mueca.


Dolía demasiado hablar. Moví mis manos hacia mi rostro y me di cuenta que tenía algunos lugares curitas.


―Deberías preguntar donde estas lastimado —corrigió —. Llevas aquí cuatro horas. Pasaste el almuerzo y ésta es hora de tu última clase.


Suspiré. Mi espalda ardió.


—Tienes dos enormes cardenales por toda tu espalda, en tus brazos, piernas y pecho —informó con voz neutral, mientras revisaba entre sus papeles —. Algunos golpes en la cabeza y en el rostro. Te mordiste la lengua tan fuerte que comenzó a sangrar. Un compañero tuyo te trajo.


La miré extrañado, pero no pregunté nada más. Me acosté de nuevo en la camilla y cerré los ojos. El celular de la señorita Cope comenzó a sonar, y salió de la enfermería para atenderlo. Respiré profundamente.


Ya estaba acostumbrado a esa clase de abusos, pero se estaba volviendo algo cansado y muy doloroso. Tenía que desahogarme con alguien, antes de que estallara y cometiera alguna locura; no quería llegar a ese extremo.


Y no lo entiendo, no les hago nada, sólo dicen que soy un raro y un blando. Pero, que mis gustos fueran muy diferentes a los suyos, no les otorgaba el derecho de golpearme. De hecho, ningún motivo les daba derecho a golpear a otra persona. Era inhumano.


Odiaba Forks. Pero más que nada, odiaba vivir. No le encontraba motivo a mi vida. Sólo era vivir para sufrir desprecios y maltratos. ¿Qué sentido tenía todo?


Respiré profundamente, en el momento en que el timbre sonó. Con cuidado me levanté y agarré mi mochila que estaba junto al estante de medicinas escolares. Medicinas que ya había probado y eran tan artificiales que realmente no calmaban tu dolor, ni mucho menos sabían bien.


Asomé mi cabeza, observando a todos mis 'compañeros' avanzar en dirección a la salida principal. Apreté mis labios cuando vi pasar a los tres chicos que me habían golpeado y dejado sangrando a mitad del pasillo. Inmediatamente pensé en la persona bondadosa que me había ayudado al traerme hasta la enfermería.


Aguardé unos momentos, hasta que el pasillo estuvo casi vacío.


Corrí hasta mi casillero. Encontré una desagradable nota pegada a mi casillero en donde me insultaban; era un estúpido dibujo en donde pusieron mi cara en una rata y al pie de la pagina decía "Apesta peor que la mierda" Por instinto, alcé mi brazo derecho para olisquearlo un poco, y me pareció más estúpido lo que estaba haciendo que el dibujo.


Aunque tenía que admitirlo, eso era nuevo y un poco ingenioso.


Quité la hoja y la hice bolita; busqué un bote y la lancé, acertando de lleno. Abrí mi casillero y metí todos mis libros, más tarde le pediría la tarea a Mike Newton o a alguien más. Cerré mi casillero y retrocedí, chocando con alguien. Me giré, temeroso, con los ojos entrecerrados. Unos ojos celestes me devolvieron la mirada.


— ¿Edward Masen? —Asentí—. Hombre, pensé que seguías en la enfermería.


Lo miré sin entender. Jasper Hale. Compartíamos diversas clases, pero nunca habíamos intercambiado palabras. Había escuchado su voz: grave y con un tono sabio que te hacía querer confiar en él. Me encogí de hombros; eso ocasionó que mi cuerpo doliera. Hice una mueca.


— ¿Te encuentras bien? —Preguntó con amabilidad. Me sonrió como cuando mi mamá me veía golpeado: con preocupación e impotencia —. ¿Puedo acompañarte hasta tu auto?


Alcé una ceja—. ¿Lo dices enserio, Jasper? —Inquirí, incrédulo.


Él asintió y cogió mi mochila de mis manos, para después colgársela en su otro hombro. Era, por lo menos una cabeza más alto que yo. Siempre estaba con las mismas personas: una chica rubia que se parecía bastante a él, un tipo alto y fortachón que alguna vez escuché que lo nombraron como Emmett. También se juntaba con una chica demasiado bajita que no se le despegaba ni un instante.


Me abrió la puerta de la entrada como un caballero a su dama. Le sonreí, agradecido. Por primera vez alguien que no fuera mi familia y los maestros, estaba siendo considerado conmigo, y además, sin ser forzado. Pero, toda esa repentina felicidad se fue por el caño cuando vi mi auto. No era un chico muy material, de los que quieren más y más, pero eso era pasarse. Mi única adoración había sido dañada de nuevo. El esmalte plateado había sido tallado hasta formar un montón de insultos donde me llamaban "maricón". Gruñí.


Jasper me dio una mirada de advertencia. Recogí aire en mis pulmones y sin previo aviso, le di las gracias y tomé de nuevo mi mochila. Caminé a mi auto, abriendo la puerta de un tirón. Me senté y golpeé el volante con mis puños –con los nudillos blancos-. Dolió, pero no más de lo que tenía que estar aguantando todos los días.


Así había sido desde mi llegada. Un blanco nuevo, uno fácil. Pero todo tenía un límite y el mío estaba llegando, aunque suponía que para personas normales, ya los habrían colmado.


Arranqué y conduje lentamente por la carretera, intentando retrasar lo más posible la llegada a mi casa. Aunque tarde o temprano tendría que enfrentar las preguntas de mi mamá. Ideaba alguna excusa creíble, como que me caí por las escaleras o algo similar.


Como era de suponer, ella no me creyó. Tampoco replicó ni nada por el estilo. Me informó que mi padre llegaría tarde a casa y que sólo cenaríamos nosotras dos. Subí las escaleras y cogí el teléfono. El timbre sonó una, dos… Hasta seis veces, antes que la voz de Newton me respondiera.


— ¿Hola?


Suspiré—Hola, Mike. Soy Edward. ¿Podrías decirme qué tenemos de tarea?


Silencio.


Más de cinco minutos pasaron. Sólo escuchaba el sonido de su entrecortada respiración. Me asusté.


— ¿Estás bien?


—Sí, claro —Escuché como bajaba la voz y una puerta se cerraba —. Mira, Edward, no puedo…


—No tardaras más de diez minutos…


—Ya lo sé —musitó —. Demetri y su banda tienen a toda la escuela amenazada. No quiero ser su nuevo blanco, ¿entiendes? Adiós.


Gruñí segundos después que me cortara la llamada. Masajeé mis sienes, pensando en alguien que me pasara la tarea y que además, tuviera los apuntes. Agarré mi directorio, escasamente, sólo contaba con unos cuantos números telefónicos de algunos compañeros. Escogí uno al azar.


Ángela Weber.


—Residencia Weber —contestó una mujer.


—Eh, hola, ¿se encuentra Ángela? Soy Edward Masen.


—Permítame.


Hubo un par de sonidos. Voces discutiendo. Y al final, la dulce voz de Ángela sonó.


— ¿Edward Masen? ¿Qué quieres? —preguntó, al parecer ansiosa.


Genial. Tenía el mismo tono de miedo que Mike.


—Necesito que me digas que hay de tarea.


Suspiró, cansadamente —. No quiero meterme en problemas…


— ¡Oh, vamos! No creo que Demetri y los otros consulten las llamadas recibidas y hechas —suavicé mi voz: —Por favor, Ángela, eres mi último recurso.


Cuando me dio su respuesta afirmativa, casi salto de felicidad. Noté que cuando me decía las cosas, su tono era frío, distante, marcando un gran abismo entre nosotros. ¡Claro! ¿Quién querría hablarle al más marginado de la escuela? Ella hablaba con prisa, intentando terminar lo más rápido posible. Mis manos se movían a gran velocidad, tomando nota de todo lo que decía. Era mucha tarea. Al final, cuando estaba por agradecerle, me sorprendió el sonido del teléfono indicando que me había colgado.


Gruñí.


— ¡Carajo! —grité aun con el auricular en la mano.


— ¿Pasa algo Edward? —preguntó preocupada mi madre. De seguro, mi grito la alertó.


Las cosas debían cambiar. No soportaba más esta situación.


Subo después de FanFiction. O: Gely me dijo que le pusiera título... Y había una gran variedad, pero analizando el capítulo, me encantó el título ¬¬ Espero que te guste Gely, eh.

1 comentario:

  1. TU MEJOR HISTORIA ¡¡¡ PARTICIPA!!!
    http://elrincondebonnie-bonnie.blogspot.com/2010/11/quiero-celebrarlo-con-vosotras-os.html

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